Les ofrecemos a continuación los vídeos del Pregón del Costalero de 2010 pronunciado por el director de nuestro portal Don Julián Paniagua Garzo.
I Pregón del Costalero. Año 2010Tu piel no pasa desapercibida a la dureza de los años.
Y no lo hace porque de cada uno de tus poros transpira
la historia de tu vida. El sol que te acaricia el cuerpo en
cada primavera hasta los meses otoñales, ha desteñido el
color cobrizo de tu rostro. No son pocas las cicatrices
que te han marcado, e incluso con la más moderna
cirugía han tenido que ensuciarte. Sin embargo, es la
distancia la que me hace cada día aumentar mi amor por
ti, es tu ausencia o la mía la que se convierte en una
desdicha cada día, al añorarte, mientras te pienso y al
recordarte, mientras te sueño. Eres una noche embrujada
por la luz tenue en la madrugada. Eres el calor de la
ternura de una madre que no olvida ante un hijo que se
pierde en el clamor de tu dulzura. Eres el relieve de un
cuerpo escultural, de lo enrevesado de tu vida que a
pesar de verse enamorada por muchos, solo se entregó
en cuerpo y alma de novicia a la fe que te retiene. Tus
brazos, fueron posada de mi infancia, tu corazón, latió
fuerte en la adolescencia y tu mente, solo tu mente es la
que desborda mi inteligencia. ¡Qué no te pregunten la
edad! que ya eres mayor y resultaría irrespetuoso. Ni
siquiera los documentos se ponen de acuerdo pero yo se
que en estas tierras decidiste establecerte desde el
principio de los tiempos. Sin grandes valles fluviales,
con una aridez retorcida y te cobijas entre las encinas
que rodean tu ambiente y tu entorno.
¡Cuánto amor me diste desde el principio de mi vida!
Ahora, que te miro desde lo alto del cielo te veo más
bonita cada día. Valoro tus suspiros, siento tus esfuerzos,
ignoro tus errores y añoro tus lamentos. De lejos eres un
horizonte precioso fundido en mi retina. De cerca, se te
suspira y se te mima, pues eres la dinastía de la historia
que se ansía. Sin exhuberancias, es tu sencillez la que te
lleva a los cánones de la perfección. Eres el fiel reflejo
del pasado, pero con los años te adaptas al futuro más
adelantado. Tus supuestos defectos son ahora valorados
y son muchos los que han quedado prendidos ante tu
personalidad única. Me conmueve solo tocarte con mis
manos, sentir tu piel entre las yemas de mis dedos es
conocer la historia de tu vida, que es la mía.
Cuando se huelen las flores y el incienso,
Y llega la nostalgia de la primavera,
Los claveles, los lirios y la cera,
Yo siento mariposas cuando pienso
Que llega el domingo de ramos
E imagino la cara de la burrina
La armadura de los romanos
Y el padre con el niño que suspira
Le reciben con palmeras en san Juan
En santa clara y en la audiencia
Con el preso ataviado de ruán
Hasta que se ejecute la sentencia
Que divulgará con afán
Que mi Dios le declara su inocencia
Sobre un monte se haya enclavada
La joya que yo veo cuando llego
Es una mujer enamorada
La que yo hecho de menos y anhelo.
Observo tus torres desmochadas
Describo tu figura en mi pensamiento
Tu siempre tan ilusionada
Y yo te digo y no te miento
Que mi corazón se empeña
Que nunca ame con más ternura
Que a mi gente cacereña
Y a mi tierra Extremadura.
Excelentísimas autoridades, Directivos de la Cofradía del
Señor de la Salud, Directivos de la Cofradía del Dulce
Nombre, Franciscanos de la Orden de Santa María de los
Ángeles, costaleros cacereños, músicos de la Banda de
Carbajosa de la Sagrada y amigos todos.
Gracias Fernando por tu presentación. Está claro que
nadie como tú sabría interesarse tan intensamente por
la vida de este humilde cofrade cuyo amor a la Semana
Santa ha propiciado que me encuentre aquí este día.
Nos une afortunadamente nuestro sentimiento cofrade,
nuestro amor a Cristo y nuestra veneración a María.
Nos separan la experiencia sabia que te caracteriza y tus
enseñanzas siempre acertadas.
No quiero olvidarme de agradecer igualmente a los
miembros de esta Cofradía del Señor de la Salud,
por haberme elegido para realizar este primer Pregón
de Costaleros, el cual espero que se repita en años
sucesivos. Quiero agradecer la confianza depositada en
mí y espero no decepcionarles con este pregón.
Me coloco ante vosotros para pregonar un sentimiento
tan presenciado y sentido como desconocido para mí. La
persona que os pregona nunca se ha puesto un costal en
la cabeza y ni siquiera se ha visto envuelta en un fajín.
Sin embargo, yo he sentido el costal al estar junto a
vosotros en los mejores momentos y lo he visto con mis
ojos gracias a que me lo enseñasteis con los vuestros. He
presenciado la liturgia de la preparación del costal. La
vida de costalero solo es viable si existe una profunda
confianza en el compañero. Sois los que compartís
la penitencia cargando sobre vuestros hombros esos
preciosos tronos que se clavan sobre vuestros cuellos.
Sois los que compartís esos últimos momentos antes de
que se acabe la marcha y en los que se siente que ni de
milagro se aguanta un paso más. Sois los que compartís
el que hacer de cada día, de cada semana. Y finalmente
sois también los que compartís el homenaje a un ser
querido cuando el Señor lo llama y lo honráis con una
levantá a pulso que acompaña el alma hasta la misma
puerta del cielo y de esta forma presentáis a San Pedro a
las personas que amáis.
Yo he visto la ilusión,
Al mirar vuestra fe enamorada
De enseñar una pasión
Desde la fugitiva mirada
Que se escapa por el respiradero
Al sentir como esa trabajadera
Se clava como un madero
Cuando el costalero le reza
Es el mismo yugo
El que se agarra al cuello
Ante el amor sincero
Que desprende un costalero
Mis varales son vigas
Las que sujetan el cielo
Se levanta poderosa una espiga
Que es Cristo del madero...
Pero son tus gotas de sudor
Y las lágrimas que se derraman
Las que demuestran el amor
Y como lo expresan los que aman
Cada paso, una plegaria
Cada levantá, un sentimiento
Cada chicotá, un padrenuestro
Que a tu manera le rezas en silencio
Como muchos de vosotros habéis podido comprobar,
llevo varios años siendo fiel a un tipo de carga que no es
el costal. Sin embargo, estoy convencido de que el costal
viene a aportar aspectos positivos a nuestra Semana
Santa. Una Semana Santa basada en el mestizaje. Nuestra
posición geográfica, nos ha llevado a ser un referente
cultural por lo que mezclamos. Nuestros monumentos,
son árabes sobre los que se han reconstruido los templos
cristianos, nuestra imaginería, trae lo mejor de Castilla,
lo mejor de Andalucía y de levante.
Desde mi concepción de la Semana Santa, pienso que
tanto la carga a costal como al hombro muestran dos
estilos tan bellos como diferentes. Mientras la carga
al hombro se basa en el suave balanceo y las formas
suelen ser homogéneas, variando solo la velocidad a
la que se realiza el balanceo, la carga a costal tiene
múltiples estilos y formas. Desde ordinario, a paso
racheao, pasando por costero, izquierdos poderosos
hacia delante y hasta nuestro famoso cojito, que lleva al
Señor de la Salud de manera vacilante demostrando la
fortaleza y la pericia de la gente de abajo... Todas ellas
son capaces de desatar la emoción entre los espectadores
de esta representación de la Pasión. Además de esta
coincidencia, debo destacar que para mí las dos son
formas de penitencia. Los cofrades nos pasamos el año
esperando el momento de colocar el paso a nuestras
espaldas, fijarnos a la trabajadera o clavar nuestro
hombro al varal.
Tanto es así, que recuerdo que cuando era niño, mi
juego favorito consistía en montar sobre una silla de
esas negras de hierro y tela a mis muñecos de acción, los
cuales, ataviados con retales de camisetas y con una cruz
a cuestas representaban al nazareno, o bien bajo palio y
con un montón de velas representaban a la Esperanza.
Imaginen ustedes un action man con su cicatriz en la
mejilla representando al Nazareno, o a otro igual que
venía detrás en otra silla o canastilla bajo palio, con un
manto verde y largo. Colocaba un CD de pasarela en
el que comenzaba el capataz llamando a su gente y que
terminaba diciendo, al cielo con Juaní, a esta es, y en ese
momento saltaba con mi silla al hombro hacia el cielo.
También los mecía con suavidad mientras escuchaba a
través de los altavoces a Peralta, o a Teresa “La Navera”
cuyas oraciones cantadas no creímos nunca que se
fueran... Luego aquello fue cogiendo auge y ya conseguí
un crucificado con las piernas amputadas, probablemente
por caerse de la pared en la que presidía una cama de
matrimonio. Sobre este Cristo, todos coincidían en
que era precioso. Atesoraba un fuerte parecido con el
Santísimo Cristo del Amor. Llenaba una tabla de unos 50
centímetros con flores rojas y rosas de geranio y clavaba
mi Cristo en un agujero que tenía en el centro.
Me gustaba salir de lugares pequeños, recordando la
dificultad de estos templos nuestros de puertas pequeñas.
Salía así viendo como cimbreaba la Cruz al movimiento.
Ya en el año 95 y 96, con un estuche y 13 play móviles,
la Sagrada Cena procesionó por la carrera oficial de
mi casa. Así, todos los días del año, en mi hogar había
Semana Santa. Supongo que los que me veían pensaban
que estaba loco y que no llegaría muy lejos. La culpa de
todo esto, sin duda, es de uno de los aquí presentes ya
que, ante este bebé llorón donde los haya, no tuvo otra
ocurrencia que acunarme entre sus brazos en cada noche
que lloraba y emitir con la boca sonidos de procesión.
De esta forma los tambores de los romanos (incluyendo
el repicar de Cuarto Kilo) y el chindatatachinda eran mi
nana particular.
Con todas esas ilusiones he llegado hasta el día de hoy,
cuando ya no puedo jugar con mis sillas y muñecos pero
puedo enseñar al mundo como unos costaleros dibujan
al andar un lienzo con ese Cristo extremeño sobre sus
hombros. No olvidaré nunca el día en el que entrando
en la plaza vestido de azul y con mi capelina blanca
agarrado de la mano de mi padre y acompañando a la
montaña. De igual forma tampoco se me olvidará nunca
el quemón que me pegué al encender la candelería del
action man bajo palio. Ahora me presento aquí, listo para
deciros quÉ se siente al alcanzar el sueño de cargar con
Cristo y con María.
Suenan tres golpes de martillo y las mariposas del
estómago se revolucionan o de repente, quedan
petrificadas demostrando un nerviosismo característico
de una persona enamorada. En ese momento, las manos
tibias por el nerviosismo y el impacto del metal, buscan
agarrarse a la trabajadera o al varal como si temieran que
el cuerpo se desvaneciera. La mirada, tiende a perderse
en el horizonte. Buscas al hermano de confianza, al
público que se agolpa en las calles y que espera
impaciente la salida de la parihuela o, simplemente, le
miras si puedes a los ojos que aparecen en su estampa
bordada en el costal del que va delante y le prometes
tantas cosas que para Él, son un manojo de claveles y
rosas en forma de oración. Unas palabras preceden al
inicio del sueño que una vez más no termina con el
despertar, sino que continúa por tus deseos de salir y
procesionar. El capataz, necesita sentir la fuerza y la
confianza de sus hombres y mujeres. Necesita saber que
custodiarán el tesoro que portan sobre sus nucas.
Necesita saber que, en la Estación de Penitencia,
buscarán amoratar su cuerpo construyendo una ofrenda
para aliviar la pena y el lamento que iluminan las velas
en el rostro sereno y tierno del Señor sobre la parihuela.
Un último golpe nos dirá que atentos o a esta es y, a
partir de ahí, la misma gloria se alzará hasta el
firmamento.
Me gusta recordar los momentos de silencio en el que
los buques por la mar se mueven a la deriva del costal y
de la horquilla y comienzan a girar. Se colocan por fin
frente al dintel de la puerta, como si quisieran enmarcar
la imagen en los objetivos de las cámaras que, sedientas
de belleza, aguardan impacientes. El murmullo se
suaviza por momentos y las miradas se fijan en lo que
sucede en el Templo.
El yugo que rodea tu cuello, impedirá que presencies
la cara de Cristo o de María en cualquier momento.
Sin embargo, la fe en las imágenes y advocaciones
no es suficiente sino vienen escoltadas por miradas
emocionadas y corazones dispuestos a acoger la gracia
de dios plena a los sones de las marchas. Si no hay fieles
frente al paso a los que predicar, mejor es cerrar los ojos
y orar mientras cumples la penitencia e imaginar que le
acompañas en su ascenso a la calavera.
El año pasado, en lugar de colocarme el costal en la
cabeza, ajustarme el fajín a la cintura, agarrarme a la
trabajadera y caminar de costalero hacia la luna, decidí
impregnar los pasos de esta gente buena de verdad de
incienso.
Y es que no hace falta abrir los ojos para saber que el
Señor de la Salud está en la calle. El olfato se relame de
fragancias cuando al salir el Señor de Santo Domingo,
destapa hacia todo Cáceres su aliento que sabe a canela
y a esfuerzos de trabajadera. Una nube blanca irá
descubriendo la pureza de una Estación de Penitencia
encarnada en la fe y en la belleza.
Los cofrades recordamos esos suspiros de color y de
sabor sinceros. El que ha vivido una Semana Santa,
conoce el olor de tus claveles, de tus lirios y hasta de tus
rosas, son olores que han quedado gravados en lo más
profundo de un cofrade. No podremos pasar por delante
de una gitana que vende flores en un puesto, sin que al
instante cruce su pensamiento la plata, la madera o el
dorado de un canasto. Sin que pase en ese momento el
rostro apesadumbrado del Señor o la faz hermosa de
María que sin consuelo, llora bajo palio con el reflejo en
su rostro de los pávilos vacilantes. Eres tú el que camina
hacia el horizonte con sus marchas en el mp3 con lo
último de Tres Caídas, con Callejuela, con Rocío, con
Macarena, y al tercer día, Sentimiento Gitano,
Amarguras, Costalero, Amor corneta y costal,
Cigarreras, el Carmen de Salteras o la banda de Santa
Ana que ya reza a su manera a Triana cuando toca y
cuando canta encarnación coronada. Eres tú el que día a
día deja su imaginación correr, realiza ajustes aquí o allá,
cambia el itinerario de sus sueños, dibuja un manto
bordado o corona de espinas su pelo, alivia con una cruz
de carey el peso y si es necesario se convierte en cirineo.
Ay Señor, cuantos cofrades errantes caminan cada día a
la facultad o a la oficina pensando solo en la vida, que tú
les das en primavera, cuando al calor de tus velas, les
colocas bajo tu paso, a contarte lo que han hecho,
durante el resto del año.
Son Señor tus siervos
Caminantes al servicio de la fe
Que solo dan por cierto
Lo que tú les haces creer
Son sombras en la oscuridad
Cobijados en una hermosa canastilla
Conteniendo tu luminosidad
En el amor de la cuadrilla
Un patero contesta al capataz
Vámonos mis costaleros
Que yo quiero ser capaz
De llevarte de un salto al cielo
Nos vais convirtiendo en fieles
Duro con ella valientes
Que pasito a pasito
Al caminar tan despacito
Mientras el Señor va caminando
Cuando mi paso va andando
Y la gente se enmudece
Y mi cuerpo se estremece
Se ven miradas ahí debajo
Son los que vienen rezando
Y paseando con desparpajo
Que a Jesús lo están sentenciando
A mi me gustan los pasos sinceros
A mi me gusta porque duele
Cuando hermanos de carga y costaleros
Mueven el paso suavemente.
A mi me gustan los pasos finos,
Definidos y alejados del libre albedrío,
Que no es digno de lo divino,
Y que no emociona al gentío.
Que no haya fuertes movimientos
Que las trompetas sean las que lo muevan
Igual que si lo meciera el viento
Verás lo bonito que lo llevan
Volveremos a fundir la Cera,
Y florecerán de nuevo los lirios,
Mientras trabajamos con la madera
Sintiendo de verdad a Jesucristo.
Ya ha llegado la cuaresma y las cigüeñas han cogido
sitio en cada una de las torres, campanarios y hasta en
algunos tejados. Algunas ni siquiera se han ido deseando
ver las salidas extraordinarias y los Vía Crucis de nuestra
ciudad. Ya están impacientes y esperando, las campanas
de San Juan para que en cuanto pase un paso ponerse
como locas a repicar. Están esperando, las palmas del
domingo de ramos, los árboles de la Plaza de San Juan
reverdecidos y hasta las corazas de los romanos a las que
ya se les está dando brillo. Sus tambores, ya se
encuentran preparados para dar inicio al Sueño de la
primavera. Ya están impacientes por que llegue la
Semana Santa, los querubines de Jerusalén que van
ensalzando a un pollino pero sobretodo a quien va a
lomos del mismo. Los claveles rojos candorosos y
brillantes, ya han florecido y están preparados para
postrarse un año más a los pies de la Buena Muerte, del
Señor de los Estudiantes y del Cristo de la Espiración.
Los de las Indulgencias, se teñirán de rojo oscuro porque
la sangre del señor va coagulando sobre ellos. Las flores
silvestres del amparo aguardan en el campo
robusteciéndose para acompañarle en su descenso y
ayudarle en los adarves. Antes, las palomas de la calle
del arco de la Estrella habrán revoloteado ante su paso.
Y este Arco, que coronará un Santo Entierro Magno,
escuchará de cerca las saetas que en el de Santa Ana,
recordarán a nuestra Teresa "la Navera". Y ese adarve,
resguardará a Jesús del frío cuando con su túnica
morada, esté enseñando a los niños su camino sobre las 7
de la madrugada . Ya está lista la torre de Bujaco y la
muralla para servir de fondo a las imágenes de los
fotógrafos. La muralla sentirá escalofríos, cuando el
pecho de María lo atraviese un puñal mientras asciende
en su letanía para ir despidiendo el jueves santo. Las
columnas de San Mateo, una allí y otra en el Espiri,
están esperando a que las manos de Dios les acaricien
mientras el Señor masacrado, a sus pies agonice. Están
listos los Ángeles celestiales para acompañarte
arrodillados en tu cortejo fúnebre. Ya te esperan, María,
las ojivas de las puertas que cada año se empeñan en que
no salgas bajo palio. Y te esperan tus mantillas que
seguirán acercándose a pesar del miedo a las horquillas.
Están esperando el comisario de la policía nacional y
todos los recién salidos de la academia que vienen a
pedirte que les protejas. El viento, aunque no sea el
propietario de la tierra soplará sobre los velos de un
Buen Fin y Nazaret pero será solo después de que lo
haya hecho sobre las Angustias de María y el calvario
vaciado del cuerpo inerte del Señor. De ese mismo paso,
San Juan utilizará sus escaleras para salirse de la Cena el
Jueves Santo y subirse al Calvario en la Madrugá. Y
muy cerca, el paño de María Magdalena se estará
impregnando con el rostro del que nació en belén y al
que llaman Nazareno. Ese que lleva una cruz de carey
que va aliviándole el peso y proclamando que es el rey
de todos los cacereños. El Miércoles Santo, llegará una
candelería llorando ante el desconsuelo de María que
con pena y alegría viene sola sollozando. Y lleva alegría
porque ya ha visto tantas veces nuestra historia que ya
conoce que el domingo de Resurrección su hijo
aparecerá con un banderín, a pesar de haber proclamado
su victoria en miércoles de Pasión pisando la calavera y
enarbolando su cruz aun con el pecho manchado por la
sangre. Ya están impacientes también las cornetas y
trompetas por soltar bulerías y aires de flamenco. Están
esperando las bambalinas de la Esperanza que doradas
vacilantes se mueven con sentido y sin medida. Está
impaciente la Señora Leoncia con su periódico, que en la
Plaza De San Juan te estará esperando sin que nadie le
pueda decir que por favor te deje espacio, porque ella
querrá verte de cerca lo guapa que eres mi Reina. Ya
están impacientes los ciriales, los candelabros y los
faroles por iluminar tus pasos. Está impaciente la
sentencia que te ejecuta y hasta la silla de Pilatos. Está
esperando tu cíngulo y tu túnica para mecerse con los
pasos de los costaleros que vienen bordando y con su
caminar adorando. Están impacientes tus ataduras Cristo
del Perdón para liberarte. Están preparados los guardias
civiles que te acompañarán el lunes y el viernes Santo.
Están impacientes los caballeros de Malpartida para
acompañarte con sus lanzas mientras das la eucaristía y
la Fuente luminosa que quiere adornar más una sagrada
cena preciosa y completa. Están impacientes hasta el mar
de colores sobre el que plantas tus pies Sagrario, y tus
lágrimas caridad, que ya se están derramando de tu
mirada de Madre. Está lista nuestra piel, para
estremecerse y para que sus bellos se pongan firmes ante
el himno nacional o ante el crujir del madero que
destrozándote el cuerpo está. Están listos el incienso, la
canela y el cúmulo de fragancias que te acompañan.
Están impacientes las saetas que te serán cantadas y los
rezos que la gente murmura a tus pasos. Y los
candelabros de cola que sean los que tu manto recojan.
Están impacientes las horquillas, los costales y los
fajines para ser herramientas de los que están llamados a
llevarte al cielo con sus hombros. Ya están esperando los
hachones valientes que escoltarán tu trono Señor del
Humilladero, de las Indulgencias o de la Buena Muerte.
Al igual que tus valientes antorchas, Santo Crucifijo de
Santa María que te alumbrarán en tu camino cuando se
acabe el día y salgas a evangelizar por la parte antigua.
Será el muñidor y el tambor destemplado el que nos
susurre que te vas acercando. Ya está lista tu caña y tu
decoración para aliviar tus penas. Ya están listos los
rosarios que te guardan, María y también lo están los
pañuelos de encaje para secarte las lágrimas que por tu
mejilla se derramen. Te espera el olivo en el huerto y
también en tu prendimiento. Te aguardan las lavanderas
en la Concepción que aunque parezca que no prestan
atención observan con el rabillo del ojo cada detalle de
la procesión. Está impaciente el arco de Ríos Verdes por
que pasen los pasos y lluevan pétalos de amor de un
pueblo y de una Hermandad al igual que las horquillas
que no ven ya la hora de ponerse a golpear el empedrado
o las baldosas de nuestra ciudad. Las únicas que no
estarán impacientes serán las marchas de despedida que
no dejarán que te marches y a pesar de ser bonitas te
arrancarán lágrimas en la anochecida. Está lista la
memoria y la experiencia para recordar un buen
momento o para dar un buen consejo. Están impacientes
los balcones engalanados de Mercedes Calle y la
bandera de la Calle San Pedro por ofrecerte ese detalle
en tu salida Reina de la Esperanza. Está impaciente hasta
la cera por derretirse y hacerse ofrenda ante tu cara, al
igual que las lágrimas de las mujeres y los hombres que
se vencerán y se derramarán a borbotones ante la fe y al
verte guapa. Están esperando los llamadores y los
martillos para golpearse fuerte y escuchar al capataz
arengando a su cuadrilla, ahí será cuando la canastilla
lance un grito y se levante en amores. Están a la espera
las medallas por colgarse del fajín, las estampas por
pegarse en las gorras de plato, las banderas de
Extremadura por enlazarse al banderín y los costales por
Y estamos listos tus hijos y tus hijas, que impacientes
estamos esperando a que con tu gracia nos bendigas
ver estampado tu retrato.
cuando te vallamos cargando.
¿Estáis todos? pues vámonos al cielo con nuestra Semana
Santa y pongamos en marcha esta protestación de fe y
este sueño cacereño.
En un barrio nuevo de Cáceres, de esos de altos pisos
con muchos centros comerciales alrededor, comenzó a
edificarse una iglesia que según se iba construyendo iba
alzándose hasta una altura considerable. Recuerdo que,
cuando pasaba por esa zona, le decía a mi padre que a
ver si hacían una puerta grande y se establecía ahí una
hermandad que sacase un paso con un misterio que nos
faltase. Cual sería mi desilusión, cuando al finalizarse el
templo, observé que por esas puertas apenas saldría un
santo de los muchos que salen todo el año en nuestra
ciudad. Sin embargo, mi desilusión se desvaneció
cuando me enteré de que una hermandad había elegido
esa Parroquia como sede canónica y que desde allí
pretendían iniciar su Estación de Penitencia. Pensé, que
para poder iniciar allí su desfile, tendrían que montar una
carpa o idear algún sistema para que el paso estuviera
resguardado de las inclemencias meteorológicas que en
esas fechas suelen fastidiar el trabajo de todo el año.
Vosotros ya sabéis de lo que hablo. En la Parroquia de
Beato Espínola se estableció la Cofradía del Dulce
Nombre. Sus sueños, también resultaron ser de costal y
la fecha elegida para evangelizar con su Señor de la
Humildad fue el sábado de pasión. Al igual que en esta
Hermandad de la Salud, la primera Semana Santa en la
que realizarían estación de Penitencia sería la del año
2009. Después de mucho trabajo, esfuerzo y empeño,
cuando todos esperábamos que las nuevas hermandades
saliesen con mucha ilusión pero sin demasiado
lucimiento para, en años sucesivos ir mejorando en su
caminar e ir formando el colectivo, se rompió esa
levantá.
El sol iba cayendo sobre el horizonte haciéndose un
hueco en la mejor posición para presenciar la salida del
Dulce Nombre. La expectación por ver esta nueva forma
de cargar hacía que a las inmediaciones de la Iglesia
del Vivero se acercasen fieles y cofrades de toda clase
y edad. La ilusión de todo el año se concentraba en este
punto de nuestra ciudad mientras, ataviados con el costal,
el fajín, las zapatillas y la camiseta con su Cristo, junto
a su paso dorado, aguardaban los costaleros del paso
esperando su turno para comenzar sus chicotás.
Fue entonces, cuando tres golpes de martillo acallaron el
murmullo del ambiente.
Y cuando ese martillo volvió a sonar,
El olivo salto al cielo
Protegiendo al Señor de tanto esmero
acumulado en la levantá
A partir de ahí, un descenso por los cielos a los sones de
la banda Cáceres 2016. Caminó lento, aquello parecía
como si en el Señor vivo estuviese pasando y nuestros
cuerpos se quedasen petrificados ante el mismo Dios que
caminaba ante nuestros ojos. Mientras tanto, bajo esas
siete trabajaderas, unos hombres de costal nos estaban
deleitando con sus pasos.
A partir de ahí, continuó la demostración de clase y arte
por todo el barrio. Los olés eran constantes al igual que
los aplausos. Mientras, los costaleros iban rezando al
compás que caminaban con su Señor.
Ya después de la media noche,
Con el sueño cumplido
Después de tanto derroche
Vendrá delante de un olivo.
Y ese olivo será vela mayor,
Tu mar será el vivero,
Tu mirada un resplandor,
Y tus candelabros, luceros.
El casco cubierto de ángeles
Un costalerino de aguaó,
Izquierdos como temporales
Y en volandas, el Señor.
35 costaleros,
En el puente un capataz
Y de costero a costero
Se adentra en la madrugá
La noche se embellece
Cuando se recoge ese huerto
Que mi humildad enmudece
Con bendición al llegar a puerto.
Se enciende el día en la noche
Lloran candelabros y hombres
Se desborda el arte con derroche
Cuando en el vivero se recoge
La Hermandad del Dulce Nombre
Ya es lunes Santo. En la plaza de Santo Domingo
aguarda una multitud dispuesta a pronunciarse ante
una sentencia, que por ser de su Señor será más que
favorable. Días antes, he podido comprobar como los
costaleros se lucían a los sones de Alma de Dios, de
Presentación... Sin embargo, me encuentro con que en el
gran día que muchos llevan esperando varios años, las
miradas tienen tintes de preocupación, la inseguridad se
ve en sus caras y me pregunto, ¿qué les pasa? si lo más
difícil ya lo han hecho y ahora solo queda disfrutar y
llevar al señor por su ciudad.
Una vez más, el martillo golpea tres veces llamando
al orden a los hermanos que se colocan bajo las
trabajaderas. Instantes después, cuando todos se
encuentran en sus palos, levantan el canasto y el
imponente paso del Señor de la Salud, luce a hombros
como nunca. La dificultad de la salida requerirá toda
la pericia de los costaleros, que ayudados por unos
mecanismos podrán sacarlo entre un hueco tan estrecho.
Sin embargo, las escaleras parecerán insalvables. Poco a
poco y con una fuerza que solo puede dar el Señor de la
Salud, traspasan la verja y el público solo puede romper
en aplauso.
Ya estamos fuera dice manolo, el bello se coloca de
punta, y suena la trompeta que llama a la banda a tocar el
himno nacional. Las lágrimas no resisten más y terminan
por desbordarse por decenas de mejillas apasionadas. El
Señor de la Salud da comienzo su Estación de Penitencia
y en la memoria de muchos hermanos se hace un balance
personal por los esfuerzos realizados, los obstáculos
superados... Para algunos solo queda disfrutar mientras,
para otros, aun la tensión permanecerá hasta que finalice
el desfile.
Camina a veces por la plaza
Un cojito con su llanto
Deseando con añoranza
Que llegue el lunes santo
Las levantás, a medida que avanza la procesión, dejan de
ser a pulso aliviao y pasan a ser al cielo, eso solo es el
amor de los costaleros a su Cristo que ya no cabe en el
pecho.
Entre una nube de incienso se aparece la figura sombría,
oscura se acerca entre las sombras de la plaza del duque.
Coronado de espinas y describiéndose con las llamas
de unos candelabros de guardabrisa que iluminan su
cara, aparece como un susurro el señor de la salud. Le
espera un jurado apostado en una tribuna junto a la
magistrada soberana en la tierra y débil ante la mañana
dictará sentencia la torre de bujaco tras el veredicto por
el paso. Una saeta será la encargada de despedirlo de su
barrio al tiempo que el paso queda arriado y dispuesto,
a continuación, solo los pasos de unos costaleros serán
la defensa de este dios, que hecho reo viene a dar la
salvación.
El pueblo te acogerá con aplausos
Y la multitud quedará aturdida
Ante el arte de tus pasos
Mientras suenan marchas de despedida
Bulerías engarzadas
Con sones salmantinos
Vienen los de la Sagrada
A ambientar la pasión de Cristo.
Lágrima y sudor le va cayendo
Que esta cuadrilla le lleva
Con la túnica meciendo
Al cantar de la Saeta.
Mirada que encierra un misterio
Cuerpo ensangrentado de azotes
Rostro divino, golpeado y serio
Que no impide que la sangre brote.
Disfrutad de esa tarde noche pensando cuantos de
vuestros hermanos se van a casa el día de la igualá
sabiendo que un año más no entran en la cuadrilla,
pensad también en esos que año a año salen de la primera
trabajadera por exceso de altura, acordaos de todos esos
que han fallecido sin cumplir el sueño de ponerse bajo
los palos del Señor. Pensad en tantas y tantas mujeres a
las que se les niega la mera posibilidad de intentarlo.
Entre incienso y canela
Se recoge una Sentencia
Con los sones de Saeta
Y entre aplausos de clemencia
Que el pueblo no quiere que se acabe
Ni que le crucifiquen en la cruz
Porque todo el mundo sabe
Que el soberano es el Señor de la Salud.
La Semana Santa Cacereña, al igual que todo en nuestra
ciudad, se ha caracterizado por su escasa autoestima, por la
ausencia del creer en nosotros mismos. Resulta que tenemos
el tercer conjunto Histórico artístico más importante de
Europa y tuvimos que esperar a que vinieran de la UNESCO
para que nos diéramos cuenta. Nuestra Semana Santa,
después de muchos altibajos, parece que se ha consolidado
entre las más importantes del mundo. Tras el auge de los 40
y 50, la decadencia de los 80 por la falta de hermanos, en las
últimas dos décadas ha experimentado un crecimiento
espectacular. Nuestra Semana de Pasión ha aumentado
exponencialmente su patrimonio en enseres, imágenes y
culto devocional. En los últimos años, el trabajo de muchos
de nuestros cofrades investigadores, nos ha permitido
conocer el valor de los tesoros que teníamos en nuestra
ciudad. Tal es el caso del Señor de la Columna de Arce, la
Virgen de la Caridad, el Cristo del Calvario de los
Estudiantes o el Señor de las Penas del Amor. Estas
imágenes, comienzan a atribuirse a los mejores escultores de
los siglos pasados y unen a su gran valor devocional un plus
de valía artística. A ellos se unen nuestras obras más antiguas
como lo son el Cristo de la Expiración, Santo Crucifijo,
Humilladero o Indulgencias, los cuales, traen la devoción del
gótico de los siglos XIV Y XV. El rostro adolescente de
María Santísima de la Esperanza, muestra que en su gubia se
trajeron a Cáceres las dos perlas de Sevilla situadas en San
Gil y a orillas del Guadalquivir. Nuestro Nazareno, la joya de
la Corona ha cumplido ya su IV Centenario siendo la
expresión más viva de Jesús con la cruz a cuestas y continúa
siendo el pilar que sostiene la fe de los cacereños junto a la
Virgen de la Montaña. Los mejores escultores de la
antigüedad dejaron grandes obras en nuestra ciudad pero
también en los años 90 y en el nuevo milenio, nuestras
hermandades se han nutrido de las mejores guvias para tener
una Cena y un prendimiento de la saga Dubé y nosotros,
nosotros tenemos un Cristo vivo que lo tiene todo en sus
ojos. La mirada del Señor de la Salud lo dice todo mientras
Pilatos le manda a azotar y finalmente le sentencia. Sin duda
nuestro escultor va a tallar la sentencia de Cristo con la
expresividad de la vida misma y el barroquismo. Son tantos
y tantos los pasos y el poco tiempo que tengo que no alcanzo
a nombrarlos a todos. Simplemente quiero acordarme aquí de
la doble advocación de nuestro Cristo del Perdón y Buena
Muerte ya que allá por el XVII la escuela Castellana quiso
guviar esa increíble expresión de último suspiro y de perdón.
Todo ello, ha atraído a miles de turistas a nuestra ciudad. La
plata y el oro han cubierto nuestros pasos y nuestros enseres
de madera. Los desfiles son cada año más organizados y de
puertas hacia fuera parece que nuestra Semana Santa vive
sus mejores años. Sin embargo, el dinero y el poder se han
introducido en nuestras cofradías con tanto progreso, y ello
nos ha llevado a perder en muchas ocasiones el norte y los
objetivos. Las disputas internas han provocado múltiples
enfrentamientos, que muchos hermanos dejen de procesionar
y en definitiva, nos hemos alejados de nuestro nombre, el de
cristianos. En efecto, nosotros primero somos cristianos y
luego cofrades. Por ello, cada una de nuestras acciones deben
verse guiadas por nuestro Señor y no por la ambición que
provoca la fama y el poder. Quiero por tanto, terminar
llevandoos a realizar una reflexión sobre si verdaderamente
nuestra labor se ajusta al amor y al perdón cristianos. ¿Hay
amor cuando no dirigimos el saludo a un hermano de otra
Cofradía? ¿Hay amor cuando dentro de la propia cofradía
imperan el odio y la envidia? ¿hay amor cuando
discriminamos a nuestros hermanos y hermanas? ¿hay amor
cuando estamos más pendientes de enriquecer a la
hermandad que en aumentar la caridad?
Pues queridos hermanos, que este pregón sirva para hacernos
más humanos. Olvidemos las rencillas que nos vienen del
pasado e iniciemos una nueva vida. Por que todos somos
hermanos encargados de evangelizar al mundo, de compartir
lo que tenemos con los desfavorecidos, de convivir en
el amor entre nosotros, de perdonar y, en definitiva, de
aprovechar nuestras preciosas imágenes para amar a Cristo,
a María y a nuestros Semejantes. En esto, tenemos que
aprender mucho de los costaleros. Nuestra gente de abajo,
de momento, es fiel al amor a su Cristo. Se colocan bajo el
canastillo, se enfundan en su costal y solo piensan amar y
evangelizar sin importarles lo más mínimo lo que suceda
fuera de sus respiraderos. Ellos solo con sus pasos, sus
zapatillas y el sentimiento de cada levantá son capaces de
enseñar todo el amor a Cristo que consiguen demostrar
respetando a todos los demás.
Y yo te pido a ti bendita estrella
Que antes de que vengas. Acaben las rivalidades. Por que
no me importa ninguna de las Hermandades, ni aunque toda
su historia se ponga por delante. Y no me importa ninguna
de las imágenes, ni todo su arte. Porque esos rostros y esas
miradas, no tienen sentido si no expresan el amor de sus
hijos. Te pido que abandonemos la idolatría que muchas
veces nos invade, y que seamos verdaderos cristianos
encargados de difundir el evangelio con nuestros pasos.
He dicho y Cáceres se encargará de sentenciar lo que aquí se
ha escrito.
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