La Cofradía de la Santa y Vera Cruz de Cáceres, cumple hoy su V Centenario, datando su fundación del 3 de marzo de 1521. El historiador cacereño Serafín Martín Nieto da buena cuenta de este hecho en su perfil de facebook que pueden ver a continuación.
QUINTO CENTENARIO Justamente, hoy, se cumplen quinientos años de la Fundación de la cofradía de la Santa y Vera...
Publicada por Serafín Martín Nieto en Lunes, 3 de mayo de 2021
QUINTO CENTENARIO Justamente, hoy, se cumplen quinientos años de la Fundación de la cofradía de la Santa y Vera Cruz. Apenas salida Cáceres del fragor comunero, el 3 de mayo de 1521, se fundaba en el Real Monasterio de San Francisco la cofradía de la Cruz de los Disciplinantes, la primera de las penitenciales de nuestra ciudad, la cual, durante varios siglos fue considerada como la principal de cuantas existían en Cáceres hasta el punto de presidirlas a todas en cualquier acto público general que se celebrara. Se constituyó a instancias de fray Juan de Illescas, morador en dicho convento, siendo su primer mayordomo Juan Michel, quien, como él mismo reconoció, “avya prençypyado esta cofradja”. Los promotores se encargaron de dotarla de las ordenanzas fundacionales. Frente a las cofradías medievales ya en decadencia, la Vera Cruz nació con fuertes bríos y gran número de cofrades, pues sólo en el primer año ingresaron 286 cofrades de ambos sexos. Si se tiene en cuenta el escaso número de hermanos con que contaban las demás, no muchos más de cincuenta, sorprende la enorme popularidad con que irrumpía. Los cofrades se dividían en hermanos de hacha y disciplinantes. En la tarde del Jueves Santo, todos, provistos de sus hachas o disciplinas, acudían al convento de San Francisco. Al caer la noche principiaba la procesión, cuyos tramos presidía cada uno de los tres crucifijos enarbolados por un cofrade y el pendón negro, precedidos por los seis añafiles que anunciaban el cortejo que visitaba las cuatro parroquias para hacer estación ante el monumento. Los disciplinantes, con capuz blanco y sin signo alguno que los pudiera identificar, vestían una camisa blanca que les dejaba la espalda al aire; los hermanos de hacha, una túnica negra. Cerraban la procesión los sacerdotes revestidos con sobrepellices y la comunidad franciscana cantando el salmo miserere mei. Acabada, tenía lugar el lavatorio de los disciplinantes. La procesión de la Sangre, de honda raigambre medieval, subsistió hasta 1777 en que Carlos III ordenó la supresión de los disciplinantes. Aunque desde 1650, con la introducción de pasos, se inclinaba ya hacia una estética más barroca. Era obligación de la cofradía enterrar a los cofrades, sus mujeres e hijos menores. Incluso, compitió algunos años con la de la Misericordia en el acompañamiento a los reos de muerte, rivalidad que se zanjó con la concordia de 12 de junio de 1569. Otra de las obras de caridad que practicaba consistía en la distribución de parte de sus rentas entre los pobres, con preferencia del que fuera cofrade.
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